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Desinformación, alfabetización mediática e informacional, y razonamiento motivado
El objetivo de este trabajo es analizar, desde un punto de vista teórico y conceptual, de qué modo el fomento de la Media and Information Literacy (MIL) y su articulación con el razonamiento motivado o estratégico, pueden hacer frente a los fenómenos de desinformación.
Estado de la cuestión. Los fenómenos de desinformación son uno de los grandes temas de debate hoy en día por la amenaza que suponen a las sociedades democráticas. Así, algunos autores afirman que vivimos en una era de ignorancia. Posturas negacionistas sobre el calentamiento global o la eficacia de las vacunas, el uso deliberado de bulos y fake news por parte de líderes políticos y medios de comunicación, el discurso sobre hechos alternativos y la postverdad, polarizan la sociedad y muestran nuestra vulnerabilidad epistemológica ante la desinformación.
La ignorancia puede ser promovida de forma deliberada. Pero el fenómeno de la desinformación obedece también a un aspecto que tiene que ver con nuestra estructura cognitiva: la prominencia del razonamiento motivado. Tendemos a la exposición selectiva de la información, evitando contrastar nuestras creencias y opiniones, y resistiéndonos a cambiar de opinión aun cuando la evidencia empírica no la sustenta. Esta tendencia explicaría la proliferación de burbujas informativas o el fenómeno de la polarización.
Hipótesis y metodología. Este trabajo forma parte de un proyecto de investigación en el que se estudia la educación y la dieta mediáticas como posibles indicadores de capacidad de análisis y consumo crítico de la información en futuros profesores de secundaria (PID2019-107748RB-I00). Se analiza la posible interrelación entre formación mediática e informacional recibida durante la educación reglada en secundaria, la dieta informativa, y la capacidad crítica. En este trabajo analizamos la desinformación desde el punto de vista epistemológico y cognitivo, basado en el modelo social intuicionista de la psicología cognitiva, trabajos empíricos sobre cómo evitar y contrarrestar los efectos de la desinformación, y la definición que da UNESCO (2018) de MIL. Partimos de la premisa de que el origen de este tipo de fenómenos se halla en el sesgo de confirmación y el razonamiento motivado, más allá del hecho de que haya agentes que promuevan la desinformación por intereses partidistas o particulares.
Resultados/Conclusiones. Concluimos que para controlar el sesgo cognitivo hay que modificar el enfoque clásico de MIL e incorporar ciertas técnicas preventivas contra la desinformación que funcionan cuando se aplican a priori, antes de ser expuesto a la desinformación. Se trata de inocular cierto tipo de mensajes que actuarían como vacunas preventivas contra la aceptación de la desinformación. Además, mantenemos que esta conceptualización sobre la desinformación tiene implicaciones para un modelo de la comunicación más comprehensivo. Los fenómenos de desinformación nos hacen prestar atención a qué nos hace proclives a su consumo (y no solo a las estrategias de propagación). En concreto, subrayamos que el modelo social-intuicionista y las propuestas de inoculación preventiva apuntan a que la perspectiva de la comunicación como transmisión de información y como ritual no son perspectivas opuestas sino complementarias.