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El ecosistema de la desinformación: una propuesta de análisis de redes de valor
La desinformación es una forma socialmente dañina de desorden informativo que implica la creación de contenido falso o la suplantación de contenido, y la falsificación o la manipulación del contexto en noticias e historias difundidas socialmente con el objeto de influir en procesos sociales a diferentes escalas (desde la inter-individual hasta la internacional) y en diferentes dimensiones (política, económica, cognitiva o actitudinal, etc.) (Wardle & Derakhshan, 2017). Las transformaciones derivadas de la digitalización de las rutinas de interacción social, particularmente a través de las redes sociales, han hecho a este fenómeno algo fluido, dinámico y omnipresente en las sociedades contemporáneas. No extraña así que en los últimos años haya emergido un extenso corpus de literatura sobre el fenómeno de la desinformación que, de modo similar a como ocurrió con los primeros estudios sobre medios de masas, tiende a centrar su atención en el mensaje (las denominadas “fake news”) y sus efectos (las implicaciones socio-políticas) (Shu, Wang, Lee & Liu, 2020). A pesar de su relevancia, la prevalencia de esos enfoques facilita una comprensión parcial del fenómeno de la desinformación, que tiende a presentarse como una derivada del impacto de las tecnologías digitales en la sociedad. Precisamente por la naturaleza multidimensional del fenómeno, perspectivas como la ecosistémica pueden contribuir a ofrecer un cuadro complejo en el que identificar a los actores, la red de interacciones que los caracteriza y los resultados que definen el equilibrio del sistema (Gawer & Cusumano, 2014). Desde este enfoque, además, el análisis de redes de valor aporta la identificación de los procesos que producen valor para los participantes (Biem & Caswell, 2008). El enfoque, en suma, permite articular en términos operacionales los actores y sus propósitos, en el sentido de redes de prácticas intencionales coordinadas, y no ya como procesos de los que apenas conocemos el producto definitorio (las “fake news”). En esta comunicación presentamos un modelo de ecosistema de la desinformación realizado a partir del análisis de redes de valor en una muestra de casos relevantes de desinformación, incluyendo la campaña del Brexit y las elecciones presidenciales norteamericanas de 2016. El modelo se articula sobre dos sistemas de resonancia (uno interno o local y otro externo o internacional) según el alcance de la actividad, y se identifican los actores sociales e individuales (actores políticos, corporativos, estatales, actores de las industrias de la desinformación, redes sociales, medios, instituciones sociales, actores individuales –hacktivistas, agentes digitales o emprendedores individuales- y actores no humanos –como bots and algoritmos). El modelo da cuenta también de los roles funcionales encarnados por los actores de la desinformación: lanzadores, potenciadores, difusores, narradores de la conspiración, negadores, redistribuidores, legitimadores, etc. Los resultados apuntan con claridad a la condición estratégica, adaptativa, orientada a fines de los fenómenos de desinformación, arrojando luz sobre a la diversidad de actores (entre los que tienen una posición relevante aquellos tradicionales del tejido social como medios de comunicación, partidos políticos y empresas) y sobre las sinergias operacionales que definen su participación.