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Los usos sociales del corrido de narcotráfico en Tijuana
Desde el ámbito gubernamental, periodístico e incluso académico se tiende a criticar al corrido de narcotráfico debido a la temática que aborda, situación que ha llevado a buscar censurarlo y a considerar que este producto cultural tiene un efecto negativo en todo aquel que lo escuche y que, además, va ligado con la violencia imperante en diversas zonas de México, como si se tratara de una de sus causas y no una de sus consecuencias; sin embargo, estos argumentos carecen de sustentos sólidos, pues se basan en construcciones históricas, reproducciones de discursos políticos, inferencias y carecen de una aproximación con los sujetos en los que presuntamente influye este tipo de música. Partiendo de los postulados de Pierre Bourdieu y Michel de Certeau, esta investigación pretende ir más allá del sentido común y del discurso imperante en torno al corrido de narcotráfico, para conocer los significados que se le dan a través de los usos sociales y las prácticas culturales que resultan de su consumo, en relación con la posición que los individuos ocupan en el espacio social, para ello se realizaron 51 entrevistas en profundidad con hombres y mujeres con diversas posiciones y también se hizo observación participante en distintos lugares (playa, bares, antros, marisquerías, entre otros) donde tiene lugar el consumo cultural de este tipo de canciones en la ciudad de Tijuana, espacio que se eligió debido a su tradición corridística y al tratarse de un sitio poco abordado en la literatura, en relación con este género musical, pese a la relevancia que posee en torno a su evolución. Se concluye que no a cualquiera le pueden gustar los corridos de narcotráfico, pero quien guste de ellos puede provenir de cualquier parte del espacio social y se distinguirá en cuanto a sus prácticas y condiciones de posibilidad, que llevan a contar con usos diversos como el laboral y el de relajación, pero también a otros inesperados, como el del recuerdo.